lunes, 28 de septiembre de 2009

Dandis vs Danyes

- Felicidades – sonrió su madre abrazándolo por la cintura – que cumplas mucho más.
Mike se separó de ella y tomó la pequeña caja aterciopelada que le había entregado hace unos segundos. Con cuidado levantó la tapa plateada, brillante que dejaba ver una sortija. Era de plata y no tenía ningún diamante, sólo su nombre completo grabado en la parte de a dentro. Carden la tomó casi tiritando, sus ojos no se despegaban de ella.
- Pontela – agregó su madre ansiosa – te va a quedar perfecta.
Los dedos de su hijo rozaron con temor la helada plata, y con un movimiento rápido la colocó en su dedo índice de la mano izquierda.
- Es perfecta – susurró casi para sí – muchas gracias.
Una sonrisa amplia alojó por completo su cara pálida. Se veía feliz, radiante.
- Bueno, muchas gracias por todo esto – dijo algo emocionado – pero si me disculpan iré a probar mi coche.
- Regresa temprano, amor – le pidió su madre.
- Sí, Ann, no te preocupes.
Descolgó su abrigo negro del perchero y salió fugazmente del departamento. El aire estaba fresco y la noche oscura; todo era perfecto. Prendió el motor y se dirigió al lugar de siempre. Estacionó el auto y bajó justo frente a la plaza que quedaba al oeste de Londres; oscura y repleta de árboles y bancas. Desde pequeño solía visitar ese lugar y sus 21 años recién cumplidos no podían quedar fuera de la visita. Tomó asiento en una de las bancas y observó su mano izquierda. La sortija brillaba a la luz de luna, era un destello incesante iluminando sus manos. La luna era enorme, blanca y pálida; perfecta para la ocasión. Respiró hondo y se incorporó después de unos minutos.
Sus amigos le estaban esperando donde William, supuestamente la celebración era sorpresa, pero no pudo evitar enterarse: Era obvio que Brendon le iba a contar.
- ¿Dónde estás? Deberías estár aquí – se escuchó a Urie por teléfono.
- Voy ya, estoy llegando – contestó Carden – ábreme la puerta.
Tomó el ascensor y se dirigió al quinto piso del edificio donde vivía su amigo y compañero de banda y de otras cosas, William Beckett. Cuando le abrió la puerta todos saltaron gritando y chillando.
- Muchas gracias – sonrió abrazando a su amigo – aunque no era tan sorpresa.
- Sabía que Brendon iba a decirte – Beckett soltó una carcajada.
Brendon se paró de su silla y comenzó a hablar.
- Bien Carden, felicidades, espero que todo sea fantástico, que lo pases excelente – le sonrió – salud… por Mike y por nosotros, los Dandis.
Todos bebieron un sorbo de sus respectivas copas y pasaron al comedor. Una mesa de mármol les esperaba únicamente con una fuente de vidrio al centro. Su contenido era rojo oscuro, casi negro. Un cucharón de plata le acompañaba al lado y más a la orilla habían copas enormes de borde plateado.
- Esto lo hemos guardado para ti, Carden – empezó a hablar Urie con una voz salpicada de audacia – es la fuente de sangre de algunos de los Danyes; si no recuerdan, de la última batalla, en la que lamentablemente dejamos vivo a Patrick y su manada, pero no es tema… Llenen sus copas, hay harto que celebrar.
Cada uno dio un paso y se vaciaron un poco del oscuro líquido, bebían, y luego relamían sus labios y volvían a servirse.
Mike nunca fue muy de impulsos, pero desde que había adquirido su condición de Dandi algo de autocontrol había perdido. Bebió sólo dos copas, no necesitaba alimentarse más; con los años había aprendido muy bien a controlar su sed y a no excederse con la sangre. Sin embargo, como Dandi que era, debía declarar guerra despiadada contra los Danyes, quienes en el pasado habían controlado gran parte de las zonas gélidas del mundo destruyendo a quien se interpusiera en sus caminos; por lo tanto, un par de crímenes manchaban sus antecedentes.
- No beberás más, veo – William apareció a sus espaldas.
- No tengo más sed.
- Debes alimentarte bien, Mike – Beckett se puso serio – los Danyes están por los alrededores y pueden aparecer en cualquier momento para atacar.
- No aparecerán, no aun.
- Como puedes estar tan seguro…
- Fall out boy está de gira, y ahora están en Centroamérica; recién desocuparan agenda en tres meses más, tiempo suficiente para alimentarme… si es que queda algo de esta fuente – apuntó hacía la mesa que aun tenía la fuente en el centro pero vaciada hasta más de la mitad.
- Yo tengo en mi departamento, de ahí podemos negociar.
- Excelente – levantó su copa chocando con la de su amigo – ¿Dónde está Siska?
- Acompáñame… – contestó Bill tomándole por el brazo – iremos a verlo.
En un santiamén bajaron al hall y partieron en el auto de Bill a casa de Jason, el hermano de Adam.
- Entren con cuidado, está en su habitación – susurró Jason algo nervioso –…no ha estado muy bien e he intentado controlarlo un poco.
- ¿Bebió? – preguntó Beckett con preocupación.
- Algo.
Empujaron con cuidado la puerta de la oscura habitación de Siska; un bulto en la cama se podía divisar gracias a los escasos rayos de luz que entraban por la ventana.
- Adam – Carden se sentó a su lado.
Siska abrió sus ojos, amarillentos y llenos de sorpresa, y se abalanzó sobre su amigo chillando.
- ¡Carden! Por fin… Felicidades, lamento no haber podido ir… -- se disculpó.
- No te preocupes, Sisky… – sonrió Mike – no es…
- Aun no me acostumbro a esto – le interrumpió – probablemente me hubiera abalanzado sobre la fuente de sangre de los Danyes que es casi como tu pastel de cumpleaños, sólo que más líquido.
Los tres rieron en la oscuridad. No podían prender las luces, pues Siska recién estaba entrando al mundo de los Dandis y su condición física aun estaba muy débil frente a algunos factores. No así Mike y Bill que llevaban años en ello.
- Te quiero, Mike – dijo Adam algo afligido – de verdad que me hubiese gustado acompañarte.
Carden le tomó por el brazo.
- No importa, Sisky, ya tendremos tiempo de salir y hacer tonteras.
Esperaron a que Siska retomara el sueño y partieron nuevamente al departamento de William donde estaban todos los demás.
- ¿Dónde estaban? – preguntó Urie confuso.
- Estábamos en casa de Jason, Mike quería ver a Siska un rato – contestó Bill mientras llenaba su copa de sangre.
- y cómo está… ¿Se ha acostumbrado un poco?
- Para nada, pero es muy normal – repuso Carden.
- Espero que se haga fuerte de aquí a dos meses más, los Danyes pueden aparecer en cualquier momento – Brendon les dirigió una agresiva mirada – muy bien, creo que iré por más… ¿me acompañan?
- No lo creo – respondió Mike – tengo que ir a casa… Muchas gracias Bill, Brendon, lo pasé increíble – mintió.
- De nada – susurró Urie.
- Te voy a dejar a la puerta – dijo Bill sacando las llaves de su depa.

Capítulo #44: Último capítulo, This is the last time.

Unos dedos delgados acariciaban la enorme guitarra roja que había estado postrada por tantos años en el atril de Mike. Dedos correspondidos al altísimo muchacho de tez blanca, con el cabello tan oscuro como la noche y ojos verdes saltones. Nate ya tenía 17 años, había aprendido a tocar guitarra a los 14 y era igual a su padre. Casi igual.
- ¿Bajarás a comer, Nate?
- No, má… no ahora – contestó concentrado.
- Pero hijo…
- ¿Notaste que hoy se cumplen 17 años y 6 meses desde que el papá se fue? – la interrumpió.
Antonia sonrió.
- Si, mi amor.
Un abrumador silencio inundó la habitación.
- ¿Te gusta aun, no? – preguntó Nate curioso.
- ¿Quién? – Antonia tomo asiento junto a él.
- Mi papá, Mike.
La chica hizo una pequeña mueca.
- Sí… ¿Por qué me lo preguntas?
- Pues… porque lo noto ¿Nunca has estado con alguien más o sí?
- Jamás – contestó rotundamente Antonia – eres bien listo ¿Ah? Pues sí, amo a tu padre… Lo sigo amando tanto como cuando nos conocimos, no creo que lo pueda dejar de amar.
Nate dejó la guitarra a un lado y le tomó las manos.
- Pero no puedes negarte tampoco a sentir cosas por otras personas, de hecho, quisiera dejarte claro que no me molestaría.
- Es que no puedo. Yo sigo amando a Mike – afirmó su madre con total seguridad dejando al aire una sonrisa.
- Entonces todo bien – sonrió Nate – sólo tenía curiosidad.
- ¿Sabes? Eres igual a tu padre cuando hablas, cuando te expresas… creo que mis genes no son muy fuertes.
Ambos soltaron una carcajada.
- Hoy tengo que tocar con mi banda en el A&K ¿Me acompañarás?
- Claro que sí, iremos con todos los chicos – contestó ella.
- Me alegro, apuesto a que Mike estará feliz.
- ¡Oh, claro que sí! – gritó emocionada Antonia – iré a calentar la comida ¿Dale?
- Bien, yo bajo enseguida – respondió su hijo tomando de nuevo la guitarra roja en sus manos.
Dio la vuelta para observar la foto que tenía de su padre sobre el velador. Se le dibujó una sonrisa en el rostro.
- ¿Haz que todo me salga bien a la noche, vale? – comenzó a decir – gracias por dejarme ésta – apuntó la guitarra – como que me siento como tú, sólo que menos bajito…
Suspiró.
- Te amo pá, y no tienes idea de cuanto me haces falta.
Secó una lágrima que se le había escapado y volvió a dejar la guitarra sobre el atril.
Bajó rápidamente las escaleras y apareció de repente en la cocina, asustando a su madre.
- Santi – dijo sonriendo.

Capítulo #43: Un año después.

- ¿Vas a hacer algo ahora? – preguntó Bill.

- Pasaré al cementerio ¿Vienes conmigo? – contestó Antonia.

- Sí, así paso un rato con Nate.

Terminada la misa de aniversario de la muerte de Mike, William, Antonia y Nate, su hijo, pasaron al cementerio.

- Yo iré a dar una vuelta, ve con Nate tú primero – dijo William cerrando la puerta del coche.

La tumba era hermosa. Redonda y llena de flores alrededor; tenía fotos, cartas, peluches, discos, etc. Todos hechos por los fans. La esfera completa estaba hecha de flores rojas, rosadas y blancas, escribiendo su nombre, la fecha de nacimiento y la de fallecimiento.

- Mira quien está aquí – sonrió Antonia luego de tomar asiento al lado de la tumba – te vino a ver tu hijo.

El pequeño tenía el cabello negro y los ojos verdes, iguales a los de su padre.

- Feliz aniversario, aunque no se que tan feliz – suspiró – Ha sido todo tan rápido, aunque los primeros meses sin ti fueron muy largos, creo que casi interminables. Agradezco un poco estar a un año de… bueno, tú sabes, no me gusta tanto decirlo. Mira a este precioso – apunto a Nate – es igual a ti. Tiene la hermosa tarea de recordarme que por algo estoy en este mundo aun, y cada vez que lo veo a mi lado en la mañana se me hace que sus ojos, son los tuyos que me están mirando desde algún lugar. A veces llora mucho, pero siempre sonríe cuando digo tu nombre… además lo primero que le enseño a decir Butcher fue Mike. Aunque no le sale muy bien, pero eso es cosa de tiempo.

Tomó algo de aire.

- Todo ha estado muy tranquilo, los fans me han mandado muchos regalos, al igual que a Nate. Le ha llegado de todo – sonrió – Tony se ha portado muy bien, estuvo viviendo varios meses en el departamento, ayudándome con Nate y con las cuentas y todo eso. William también ha sido de mucha ayuda – aclaró la garganta – siempre sale con el pequeño. Ahora estoy viviendo sola. Pues creo que es tiempo de empezar de nuevo con más fuerza.

Su voz comenzó a apagarse hasta ser casi insonora, dejando escapar algunos sollozos.

- Te extraño mucho, Mike – soltó una lágrima – espero que estés donde estés lo tengas más que claro. Hay un vacío enorme aun en mí, pero estoy mejor. Sólo desearía que pudieras conocer a esta preciosura que tengo aquí en mis brazos… Él tiene muchas ganas de conocerte. A veces sueño contigo y cuando despierto y veo los ojos de Nate pienso que eres tu… es algo extraño – rió – William también vino a verte, los otros chicos pasaran a la tarde. Mamá también te extraña… ahora somos dos las que no tenemos al amor de nuestra vida al lado, pero sé que soy tan fuerte como ella; sé que todo lo que viví junto a ti valió la pena, hasta tu último segundo de vida aquí, cuando me tenías de la manito. Es curioso, porque tu mano así quedó, dobladita como sosteniendo la mía…

Nate reía, parecía saber donde estaba. Antonia lo acomodó cuidadosamente sobre las flores de la esfera y él comenzó a mover los brazos. Sonreía como nunca.

- Te amamos, tanto que hasta nos reímos – sonrió.

De pronto sintió unas manos sobre sus hombros. Era William.

Cogió a Nate y se incorporó.

- Veo que le gusta este lugar – susurró Bill.

- Parece que sí – contestó la chica secándose un par de lágrimas – iré al coche, te esperó allá.

Bill le besó la frente.

- Bien.

Cuando Antonia iba a casi unos 20 pasos de las tumba, William sacó de su bolsillo un papel blanco doblado en cuatro partes.

- No sé si puedo hablar muy bien… Así que te hice una carta – susurró – la voy a leer y luego la dejaré enterrada bajó las flores. No quiero que nadie la saque.

Tenso, desdobló el papel. Tomó algo de aire y comenzó a leer.

- “Feliz aniversario, aunque no sé que tan feliz. Tengo que ser honesto, no creo que escuche la misa más rato (son las 3.40 de la madrugada).

Cuando el reloj me marcó las 2.32 sentí una presión enorme en el pecho, de esas que no sentía hace mucho tiempo. Fue algo desgarrador; pero acordarme de ti ahora no es tan tormentoso, pues ya me hice la idea de que físicamente ya no estás. Lo que sí se me hace difícil es mirarle los ojos a Nate… son iguales a los tuyos, idénticos.

Te extraño mucho, Mike. Si bien, he recibido apoyo de muchas personas, el dolor está, aunque como dije, no es igual de tormentoso como lo fue en los primeros meses. Son cosas ínfimas las que me traen recuerdos, cuando veo tus guitarras en la sala de ensayo o cuando escuchó las canciones nuevas en la radio. Incluso cada vez que compongo me pregunto “¿Le gustará a Mike?” y espero una señal de no sé donde para tomarla como respuesta.

Tu hijo es sencillamente hermoso, me recuerda infinitamente a ti. Todos jugamos con el. Todos los sábados voy al depa junto con Nat. También los chicos lo pasan a ver, pero más en la semana.”

Sacó un pañuelo y secó su rostro mojado, luego siguió prosiguió.

>> “Estoy viviendo junto a Nat; tomé la decisión justo después de irme del depa de Antonia. Estuve viviendo allí como un mes junto con Tony (pero él se quedó un poco más). Luego partí donde Nat… recuerdo que me dijiste que debía hacer lo que quisiera y/o sintiera, así que eso hice: estar junto a ella. Me ha dado mucha fuerza y la relación que tenemos ahora es maravillosa, no se compara con lo que teníamos antes. Espero algún día llegar a ser tan fuertes como lo fuiste tu con Anto, un ejemplo para todos… Te extraño. ¿Sabes? Aun te escucho cantar en la sala de ensayo, como cuando todos llegábamos minutos después de la hora acordada y te pillábamos cantando estupideces. No soy el único que te escucha, eso me hace sentir bien, pues sino todos pensarían que estoy loco. Tony lo hace, Bob, Siska. Supongo que no quieres que te olvidemos… Olvidarte, eso jamás sería posible. Los años pasan pero no se me ha borrado nada, tengo una memoria fuerte. Los primeros shows, las primeras peleas, la grabación de Almost, cuando Tom se fue, tus pataletas, las mías, etc. No terminaría nunca.

Conocimos a Danny, un guitarrista inglés que quiere contribuir en los tours que se vienen por delante. Quería comentártelo porque si lo hace bien podríamos incluirlo a la banda, siempre y cuando tu estés de acuerdo, así que me mandas una señal si te gusta y si no… pues, has que se caiga algo sobre mi cabeza ¿Dale?

No nos olvides, nosotros no lo haremos, porque no queremos ni podemos. Y tennos compasión, de repente pasan cosas malas y todos te echamos la culpa, como ese día en que a Chizz se le cortó una cuerda en el acústico… todos pensábamos que era una señal tuya porque esa canción a lo mejor no te había gustado.

Gracias por todo, Mike, espero que te encuentres bien. Yo ya estoy algo mejor, y sin duda es gracias a ti, estoy seguro.

Te quiere

William.”

Con cuidado dobló el papel y lo enterró a un costado derecho de la tumba. Se despidió arrojando un beso y dedicándole una ligera sonrisa a una de las tantas fotos que yacían alrededor.

- ¿Vas a hacer algo ahora? – preguntó Bill.

- Pasaré al cementerio ¿Vienes conmigo? – contestó Antonia.

- Sí, así paso un rato con Nate.

Terminada la misa de aniversario de la muerte de Mike, William, Antonia y Nate, su hijo, pasaron al cementerio.

- Yo iré a dar una vuelta, ve con Nate tú primero – dijo William cerrando la puerta del coche.

La tumba era hermosa. Redonda y llena de flores alrededor; tenía fotos, cartas, peluches, discos, etc. Todos hechos por los fans. La esfera completa estaba hecha de flores rojas, rosadas y blancas, escribiendo su nombre, la fecha de nacimiento y la de fallecimiento.

- Mira quien está aquí – sonrió Antonia luego de tomar asiento al lado de la tumba – te vino a ver tu hijo.

El pequeño tenía el cabello negro y los ojos verdes, iguales a los de su padre.

- Feliz aniversario, aunque no se que tan feliz – suspiró – Ha sido todo tan rápido, aunque los primeros meses sin ti fueron muy largos, creo que casi interminables. Agradezco un poco estar a un año de… bueno, tú sabes, no me gusta tanto decirlo. Mira a este precioso – apunto a Nate – es igual a ti. Tiene la hermosa tarea de recordarme que por algo estoy en este mundo aun, y cada vez que lo veo a mi lado en la mañana se me hace que sus ojos, son los tuyos que me están mirando desde algún lugar. A veces llora mucho, pero siempre sonríe cuando digo tu nombre… además lo primero que le enseño a decir Butcher fue Mike. Aunque no le sale muy bien, pero eso es cosa de tiempo.

Tomó algo de aire.

- Todo ha estado muy tranquilo, los fans me han mandado muchos regalos, al igual que a Nate. Le ha llegado de todo – sonrió – Tony se ha portado muy bien, estuvo viviendo varios meses en el departamento, ayudándome con Nate y con las cuentas y todo eso. William también ha sido de mucha ayuda – aclaró la garganta – siempre sale con el pequeño. Ahora estoy viviendo sola. Pues creo que es tiempo de empezar de nuevo con más fuerza.

Su voz comenzó a apagarse hasta ser casi insonora, dejando escapar algunos sollozos.

- Te extraño mucho, Mike – soltó una lágrima – espero que estés donde estés lo tengas más que claro. Hay un vacío enorme aun en mí, pero estoy mejor. Sólo desearía que pudieras conocer a esta preciosura que tengo aquí en mis brazos… Él tiene muchas ganas de conocerte. A veces sueño contigo y cuando despierto y veo los ojos de Nate pienso que eres tu… es algo extraño – rió – William también vino a verte, los otros chicos pasaran a la tarde. Mamá también te extraña… ahora somos dos las que no tenemos al amor de nuestra vida al lado, pero sé que soy tan fuerte como ella; sé que todo lo que viví junto a ti valió la pena, hasta tu último segundo de vida aquí, cuando me tenías de la manito. Es curioso, porque tu mano así quedó, dobladita como sosteniendo la mía…

Nate reía, parecía saber donde estaba. Antonia lo acomodó cuidadosamente sobre las flores de la esfera y él comenzó a mover los brazos. Sonreía como nunca.

- Te amamos, tanto que hasta nos reímos – sonrió.

De pronto sintió unas manos sobre sus hombros. Era William.

Cogió a Nate y se incorporó.

- Veo que le gusta este lugar – susurró Bill.

- Parece que sí – contestó la chica secándose un par de lágrimas – iré al coche, te esperó allá.

Bill le besó la frente.

- Bien.

Cuando Antonia iba a casi unos 20 pasos de las tumba, William sacó de su bolsillo un papel blanco doblado en cuatro partes.

- No sé si puedo hablar muy bien… Así que te hice una carta – susurró – la voy a leer y luego la dejaré enterrada bajó las flores. No quiero que nadie la saque.

Tenso, desdobló el papel. Tomó algo de aire y comenzó a leer.

- “Feliz aniversario, aunque no sé que tan feliz. Tengo que ser honesto, no creo que escuche la misa más rato (son las 3.40 de la madrugada).

Cuando el reloj me marcó las 2.32 sentí una presión enorme en el pecho, de esas que no sentía hace mucho tiempo. Fue algo desgarrador; pero acordarme de ti ahora no es tan tormentoso, pues ya me hice la idea de que físicamente ya no estás. Lo que sí se me hace difícil es mirarle los ojos a Nate… son iguales a los tuyos, idénticos.

Te extraño mucho, Mike. Si bien, he recibido apoyo de muchas personas, el dolor está, aunque como dije, no es igual de tormentoso como lo fue en los primeros meses. Son cosas ínfimas las que me traen recuerdos, cuando veo tus guitarras en la sala de ensayo o cuando escuchó las canciones nuevas en la radio. Incluso cada vez que compongo me pregunto “¿Le gustará a Mike?” y espero una señal de no sé donde para tomarla como respuesta.

Tu hijo es sencillamente hermoso, me recuerda infinitamente a ti. Todos jugamos con el. Todos los sábados voy al depa junto con Nat. También los chicos lo pasan a ver, pero más en la semana.”

Sacó un pañuelo y secó su rostro mojado, luego siguió prosiguió.

>> “Estoy viviendo junto a Nat; tomé la decisión justo después de irme del depa de Antonia. Estuve viviendo allí como un mes junto con Tony (pero él se quedó un poco más). Luego partí donde Nat… recuerdo que me dijiste que debía hacer lo que quisiera y/o sintiera, así que eso hice: estar junto a ella. Me ha dado mucha fuerza y la relación que tenemos ahora es maravillosa, no se compara con lo que teníamos antes. Espero algún día llegar a ser tan fuertes como lo fuiste tu con Anto, un ejemplo para todos… Te extraño. ¿Sabes? Aun te escucho cantar en la sala de ensayo, como cuando todos llegábamos minutos después de la hora acordada y te pillábamos cantando estupideces. No soy el único que te escucha, eso me hace sentir bien, pues sino todos pensarían que estoy loco. Tony lo hace, Bob, Siska. Supongo que no quieres que te olvidemos… Olvidarte, eso jamás sería posible. Los años pasan pero no se me ha borrado nada, tengo una memoria fuerte. Los primeros shows, las primeras peleas, la grabación de Almost, cuando Tom se fue, tus pataletas, las mías, etc. No terminaría nunca.

Conocimos a Danny, un guitarrista inglés que quiere contribuir en los tours que se vienen por delante. Quería comentártelo porque si lo hace bien podríamos incluirlo a la banda, siempre y cuando tu estés de acuerdo, así que me mandas una señal si te gusta y si no… pues, has que se caiga algo sobre mi cabeza ¿Dale?

No nos olvides, nosotros no lo haremos, porque no queremos ni podemos. Y tennos compasión, de repente pasan cosas malas y todos te echamos la culpa, como ese día en que a Chizz se le cortó una cuerda en el acústico… todos pensábamos que era una señal tuya porque esa canción a lo mejor no te había gustado.

Gracias por todo, Mike, espero que te encuentres bien. Yo ya estoy algo mejor, y sin duda es gracias a ti, estoy seguro.

Te quiere

William.”

Con cuidado dobló el papel y lo enterró a un costado derecho de la tumba. Se despidió arrojando un beso y dedicándole una ligera sonrisa a una de las tantas fotos que yacían alrededor.

Capítulo #42: I’m yours tonight.

- Buenos días – le susurró la enfermera – traigo algo de comer.
- No tengo mucho apetito – se quejó Mike.
- Vamos, es sólo una sopa – repuso dejando la bandeja sobre una mesilla.
Los torpes intentos para sentarlo complicaron aun más la situación, así que decidieron inyectarle suero.
La mañana transcurrió rápidamente, los chicos seguían sin hambre, pero Antonia se hizo el ánimo para comer algo.
Los abuelos de Mike también habían llegado con otros familiares. Pasaron un rato junto a él en la mañana y luego volvieron a la sala de espera. William y Butcher entraban de repente al cuarto de su amigo, escondidos, fuera de horario para darle ánimos y contarle un poco lo que sucedía en el exterior.
- Siempre me han dicho que soy un iluso, pero juro que esta vez, esta vez si que sí, no comprendo lo que ocurre a mi alrededor.
- Tranquilo, Siska – le abrazó Bill – Nadie quiere comprenderlo.
- …yo crecí con él, Beckett. Tal como crecí contigo. Ahora es como si me cortaran un brazo ¿Entiendes? – botó una lágrima – es Carden… Se nos está yendo Carden, Bill.
- No lo repitas – bajó la cabeza – no quiero asimilarlo de nuevo.
El frío comenzaba a presentarse en cantidades obscenas, pero nadie los sacaría de ahí. Ya eran las 9 y Lucas con su padre habían pasado a saludar al su hermano e hijo. Después de media hora la Sra. Carden, que ya estaba algo más calmada, pasó también a verlo.
- Mi vida – le acarició – ¿Te sientes muy mal?
- No, mamá – sonrió Mike, débil – Ya no me duele nada.
Su madre lo miró con lástima. La frustración de no poder hacer nada de partió el alma.
- Mamá – susurró él – no puedo más. Tengo que ser honesto.
Su madre le tomó la mano.
- Te amo, mucho – agregó sonriendo nuevamente – a ti, a toda mi familia. Sé que esto es horrible, lo puedo imaginar, pero no puedes perderte por mi culpa ¿Dale?
- No me hagas esto, Mike – se secó un par de lágrimas.
- No puedo más, mamá. Lo intento pero realmente no puedo.
Su mentalidad a puertas cerradas logró por fin entablar algo de razón y comprender que alguien estaba partiendo ya de este mundo.
- Te amo, hijo. Discúlpame por no poder hacer algo.
- Ya sabes lo que puedes hacer – tosió – y no me mal críes al pequeño que viene en camino ¿Dale?
- Como quieras – soltó una carcajada aun lloriqueando.
Conversaron por varios minutos sobre lo que alcanzó a vivir de la gira, como habían estado los viajes, y los detalles del embarazo de Antonia.
- Está tan gordita – inspiró – se ve tan hermosa así.
- Ella es hermosa – repuso su madre – es perfecta.
Ya eran las 10.
- Te amo, Mike. Eres y serás siempre el regalo más lindo que Dios me dio junto con tu hermano y tu padre. No sabes lo orgullosa que estoy de ti, de todos tus logros.
Carden le acarició la mejilla.
- Yo también te amo, má. No te imaginas cuanto – cogió su mano – Cuídate ¿Si? Sabes como odio las despedidas, pero supongo que esta vez tendré que ponerle empeño.
Su madre lo abrazó con fuerza.
- Haré pasar a los demás – agregó.
Aunque ella sabía que estas eran las últimas horas de vida de su hijo, se negaba a creerlo e intentaba mantener la esperanza viva sobre una posible recuperación, que a estas alturas, parecía imposible.
- Odio decir esto, chicos, pero deberían de comenzar a despedirse… – anunció con la cabeza gacha apenas estuvo fuera de la habitación.
El primero en levantarse de la silla fue Siska que acompañado por Andy pasó a despedirse.
- Hola, hola – susurraron ambos algo atemorizados.
- No muerdo – comentó Mike – ¿Cómo están?
- Bien, amigo – sonrió tristemente Siska que no aguantó más y lo abrazó con cuidado.
Pasaron varios segundos así hasta que Butcher luego hizo lo mismo.
- Los quiero mucho, tontos – rió algo ahogado – espero que todo salga bien después.
- No lo sé – suspiro Andy.
- No se pueden rendir… yo empecé con esta banda junto a William y todos fuimos construyéndola con el tiempo. No pueden desmoronarla, tienen que seguir, yo sé que pueden.
Los tres se miraron felices.
- Nosotros también te queremos mucho, gracias por hacer que esta banda tenga algo de seriedad – sonrió Butcher.
Estuvieron acurrucados a la cintura de su amigo un rato. Luego decidieron despedirse.
- Te quiero, Carden – los ojos de Adam brillaban – y realmente no quiero hacerme la idea de esto.
Butcher se acercó a la camilla.
- Adiós bro – dijo apenas y le besó la frente – te adoro.
Mike contestó algo dormido.
Naomi, Chizz y Amy fueron los siguientes. No querían despertarlo mucho así que hablaron bajo pero claro.
- Mike – murmuró Chizz – sé que a lo mejor no me escuchas bien, pero solo quería darte las gracias por aparecerte tan de repente en mi vida e incitarme formar parte de esto – le tomó la mano – siempre recuerdo la primera vez que tocamos juntos y sentimos una especie de conexión, algo que nos hizo seguir el mismo camino.
Algunas lágrimas cayeron desde sus ojos sobre los dedos de su compañero.
- Yo también recuerdo eso, Chizz.
Naomi se encontraba por el otro lado de la camilla cogiendo también una de las manos de Carden y tras ella estaba Amy.
- Te queremos mucho, Mike – le susurró al oído la chica.
- Mucho – asintió Amy.
- Y yo también los quiero – respondió él.
Salieron de la sala y bajaron a la cafetería, Chizz estaba muy mal y Naomi quiso llevárselo a caminar un momento. Amy, permaneció en la sala junto a Butcher.
Nuevamente la puerta de la habitación se abrió. Esta vez, era William. Tomó asiento al lado de su amigo y le tomó la mano.
- ¿Sabes? Tengo tantos recuerdos que no me dejan empezar a despedirme como debiera… aparte que sé que no te gustan las despedidas – dijo algo incómodo – pareciera que fue ayer que me pediste formar una banda y comenzamos todo esto.
Tapó su rostro con una mano ocultando algunas lágrimas.
- Gracias, Mike – continuó – Si hay alguien de quien estoy realmente agradecido es de ti, por siempre haber sido mi cable a tierra.
Mike abrió sus ojos clarísimos, más de lo normal a esas alturas.
- Santi – sonrió.
- Santi – repitió William sonriendo también – te quiero mucho, Mike.
- Yo también, William Beckett eterno rival – tragó saliva – No hagas tonteras ¿Ya?
Beckett se besó el pulgar.
- Lo juro.
- Y cuídame a mi señora y a mi hijo o juro que te parto el rostro desde donde esté.
- Lo haré – rió.
- Y… has lo que quieras hacer, Bill… lo digo por Nat – tomo algo de aire – me pasó a ver.
William frunció el ceño.
- A lo que voy a es… que si quieres estar con ella. Que si eso sientes… Hazlo – agregó – eso, Bill.
- Muy bien – contestó su amigo – así será.
Carden algo dormido, dejó caer su mano desde la camilla. Bill lo acomodó un poco y luego de besarle la mejilla salió del cuarto.
- Tony – Bill le hizo un gesto para que entrara.
- Bien – se incorporó.
Tony caminaba casi sintiendo que los pies le flotaban. Sabía que esta era la última vez que hablaría con su mejor amigo.
- Mike, no. No puedes – le rogó cuando estuvo dentro.
- Eso quisiera – habló con un hilo de voz –…te quiero, Tony. Por favor, POR FAVOR, no dejes a Antonia sola, ni a mi hijo tampoco. Ella no merece todo esto y si algo puedo hacer es pedirte a ti que la acompañes lo más que puedas… Si vas a hacer algo por mí, si quieres hacer algo por mí, por favor, cuídamela a ella y a mi bebé.
Tony no podía contenerse, la pena le estaba destruyendo sin piedad la poca compostura que tenía.
- Lo prometo – sonrió finalmente – y yo también te quiero aunque no te lo haya dicho siempre.
- No necesito eso, yo lo sé.
Un último abrazo selló la amistad.
- Dile que venga… – habló Mike ya casi sin voz.
- Ahora mismo – asintió Tony luego de besarle la mano.
Antes de abrir la puerta de la habitación un ruido le alertó y se dio vuelta. Mike le hacía señas.
- Gracias por todo, Tony.
- Gracias a ti, bro – contestó destrozado.
Cuando salió del cuarto, un frío le caló los huesos. Antonia estaba sentada mirando la ciudad por la ventana y el sonido de la puerta cerrándose le percató de que era su turno.
La parte más difícil venía ahora: el final.
Una especie de valentía le invadió. Quizá hasta una pizca de resignación la salpicó en aquél momento. Pero sobretodo, iba llena de amor.
- Hola, mi amor – habló desde la puerta.
Mike abrió inmediatamente sus ojos.
- Anto… – suspiró estirando los brazos con lo último de fuerza.
Su novia se agachó para abrazarle. Varios segundos transcurrieron así. Sintiéndose por última vez, piel con piel.
- No te mereces nada de esto – comenzó diciendo, afligido – pero no pude evitarlo, y realmente lo siento.
Parecía que hubiese guardado toda la fuerza que le quedaba para este momento.
>> Siempre nos imaginaba acabando nuestras vidas siendo viejos y, de verdad – buscó sus ojos – lamento que no pueda ser así. No sabes cuanto deseé pasar el resto de mi vida junto a ti; no sabes, Anto, como deseo seguir despertándome con tu cuerpo a mi lado. No, – tartamudeó – no sabes cuando deseé estar junto a ti y finalmente, lo logré; aunque peleamos tantas veces… como esa vez en la fiesta de Butcher.
Antonia sonrió.
- Y sé que fue poco, Anto, pero no quiere decir que haya sido insignificante… tu para mi significas todo – continuó – tú y ese pequeño que hicimos.
Parecía que los minutos corrían a la velocidad de la luz, porque ya era casi la 1.40. Aquellos ojos saltones observaban ansiosos el rostro de la chica; saltones como siempre, pero ahora más débiles.
- Tú y él – Antonia se apuntó el vientre – también significan mi todo. Nunca creí posible estar junto a ti… y míranos ahora, si hasta tenemos familia.
>> Cuando pretendías irte a Nueva Zelanda recuerdo haberte dicho que si te ibas, te irías sabiendo que te amaba. Mike… si ahora te vas – su voz se quebró y comenzó a llorar –…si vas a irte, por lo menos hazlo sabiendo que te sigo amando con la misma intensidad que el primer día que te vi. Ese día que llegaste a la casa de William y yo estaba con Courtney aprendiendo a fumar – soltó una nerviosa carcajada –…me pillaste desprevenida: Nunca nadie me había mirado así. Y eso que sólo teníamos quince años.
Ambos rieron al destapar ese recuerdo.
- Nunca amé a nadie como te amé a ti – agregó – nunca voy a poder amar así de nuevo, no impor…
- Anto – la interrumpió Mike – no quiero que te cierres a lo que pueda venir después. Yo te amo y quiero que seas feliz, aun cuando eso signifique dejarte en libertad…
Ella le interrumpió esta vez.
- Pero ahora no, Mike. Ahora mi presente eres tú – afirmó con énfasis.
Nuevamente se abrazaron. Antonia no dejaba de respirar hondo, casi violentamente, embriagándose de su aroma. No quería olvidarlo jamás.
- No te vayas – susurró.
Carden la tomó por el mentón, despegándola de su cuello.
- No puedo más mi amor, lo intento, lo juro – contestó derrotado.
- No me dejes, Mike – le rogó nuevamente – no nos dejes.
De a poco las lágrimas volvieron a retomar su rumbo cayendo sobre la helada piel del guitarrista.
- No me dejes tú a mí – se incorporó y posó su cabeza sobre el vientre de la chica – Te amo, los amo a ambos.
De repente sintió un movimiento. Algo increíble había sucedido, algo que no había vivido y que alcanzó a vivir, afortunadamente.
- Se movió – dijo casi sin voz – se movió, Anto.
- Te escuchó… él también te ama – repuso la chica emocionada.
La poca fuerza que a Mike le quedaba se estaba agotando. Su novia le acomodó la almohada y cogió su mano derecha. Observaba aquel rostro con cuidado, no pasando por alto ningún detalle, reconociendo cada facción como si se tratara de su propia cara. Presionó sus labios contra los de él, fundiéndose luego en un profundo beso. De pronto sintió sus mejillas húmedas, pero esta vez, no eran por sus lágrimas.
Eran por las de él.
- Te amo. No me dejes nunca.
- Jamás – le prometió Carden entre sollozos.
Sus ojos comenzaban a cerrarse; a veces se abrían pero con dificultad. Su mano seguía adherida a la de Antonia y su cabello oscuro permanecía desordenado como siempre.
- ¿Sabes? Contigo fue la primera vez que hice el amor – dijo algo avergonzado por la confesión – fue la primera ves que estuve así con alguien, con sentimientos involucrados.
Antonia se sonrojó. Mike también lo estaba.
- Tú también fuiste la primera persona con la cual hice el amor – le confesó ella también.
Pasaron 10, 20, 25 minutos. Aun estaban con las manos enlazadas, pero ahora Antonia descansaba sobre su pecho. Él con la otra mano le acariciaba el cabello. Caricias suaves, casi imperceptibles.
Lentamente abrió sus labios y agitó la mano que le tenía cogida.
- Te amo, Antonia – sonrió una vez que ella lo miró.
- Te amo, Mike – sonrió también.
Acercó su rostro hacia el de él hasta alcanzar sus labios. Le besó por varios segundos tratando, entre tanto, de controlarlo, pues las hormonas aun le funcionaban. Una última ráfaga de aliento ingresó a su boca, mientras sentía sus brazos tomarle por la cintura apenas, pero haciendo todo el esfuerzo posible.
Besó la comisura de su boca y finalmente se separaron.
Ya algo distanciados, Antonia volvió a estudiar las cansadas expresiones alojadas en el pálido rostro de su novio. Hundió nuevamente la cabeza en su cuello algo sudado, pero en términos generales, frío.
Con tantos recuerdos aflorando y dándole vueltas, sumándole a eso lo mareada que estaba, le costaba un poco asumir su realidad. Estaba perdida en el aroma de Mike, no quería volver a respirar si no era ese olor el que se impregnaría en sus pulmones.
Estaba perdida dentro de sí.
De pronto, un agudo sonido la despertó de su trance.
El titubeo incesante de la maquina conectada a Mike le marcó el comienzo de una nueva historia.
Aun algo mareada, sin poder reaccionar del todo; pero sí sabiendo lo que ocurría, movió su mano intentando despertarlo. Pero no dio resultado.
Su cuerpo yacía tal cual sobre la camilla, aun con la mano derecha enlazada a la izquierda de Antonia.

MUERE GUITARRISTA DE THE ACADEMY IS….
9.00 am.

Leucemia cobra vida nuevamente. Hoy viernes, a las 2.32 de la madrugada falleció el guitarra de la banda The Academy Is… Mike Carden. Una leucemia fulminante le quitó la vida en menos de cuatro días, justo cuando cursaba lo que quedaba del tour de promoción del nuevo disco de la banda.
La fecha del funeral aun no está determinada.
Más información en las próximas horas.

BBC.

Capítulo #41: Your eyes wide.

El impacto de la noticia fue como un segundo balde de agua fría que recorrió su piel, erizándola. Sus pasos de vuelta hacia donde estaban los chicos, eran nada, al menos eso sentía: que se derrumbaba paso a paso.

- Mike tiene días de vida, chicos – susurró con un hilo de voz – Días.

Un silencio tormentoso zamarreó la sala por completo, como si de una ráfaga de viento se tratara. Lucas, el hermano de Mike, abrazaba a su madre mientras que el padre le tomaba la mano tratando de mantener la compostura sin mucho resultado. Los chicos no botaban palabra alguna, cada uno estaba sumido en inteligibles pensamientos.

Antonia miraba el suelo. Su rostro, a pesar del momento, denotaba tranquilidad. Una de las muchas cosas que aprendió junto a Mike fue a cultivar la calma y la paciencia; pero poco a poco fueron brotando las lágrimas ¿Podría todo ser peor? ¿Podría ser verdad que su peor pesadilla estuviese pasando realmente? Todo lo que jamás hubiera deseado, ahora desfilaba frente a sus ojos.

Un par de días no eran suficientes, la verdad para todos giraba en torno a que el reloj de la vida pone reglas, nada parecía ser suficiente; y ellos, cada uno de ellos, incluyendo a Mike… estaban contra el tiempo.

Bill se había puesto de pie un momento, estaba dando unas vueltas por los pasillos del hospital, tratando de encasillar sus pensamientos en otra cosa, aunque le pareciera imposible.

- William – se dejó escuchar una voz por detrás.

Jamás hubiese imaginado con quien se iba a encontrar.

- Natalia – la miró sin saber que hacer.

Por inercia, sus cuerpos se acercaron fundiéndose en un abrazo y dejando escapar un ahogado llanto.

- Sé que quizá no querías verme, pero necesitaba venir aquí. Necesitaba estar contigo ahora – dijo aferrada a sus hombros.

- Si te quería ver, siempre quiero.

Tomaron asiento en la cafetería tratando de beber algo, sin poder tragar si quiera un sorbo.

- Esto no puede estar peor, Nat – suspiró – ¿Qué se supone que pasará ahora? ¿Qué se supone que pasará después? ¿En qué momento ocurrió? ¿Dónde salió todo mal? – sus ojos se rebalsaban de lágrimas a medida que realizaba todas esas preguntas, nublando la oscura imagen de su café girando en la taza.

- Bill, no es momento de preguntas, más bien de acciones. No tienes idea como entiendo todo esto… pero – le tomó por la barbilla para mirarlo a los ojos – aprovecha, pasa el mayor tiempo posible junto a él. Yo estaré junto a ti para lo que necesites.

Beckett la observaba con cautela, incluso hasta con algo de miedo, pero invadido por la sorpresa, no fue capaz de contenerse frente a lo que tenía ahí mismo; y la besó.

- Vamos, mejor – le susurró al oído la chica.

William la tomó de la mano y volvieron a la sala de espera.

El reloj marcó las 9, todos estaban presentes, alertas a una posible recuperación. El horario de visita era de 5 a 7 de la tarde, pero para los enfermos de calificación terminal, comenzaba de 8 a 10. Los primeros en pasar a verle fueron Gabe y Vicky que aparecieron con un ramo de flores púrpuras en la mano; luego entraron los otros miembros de Cobra seguidos por Tom. No demoraban más de 5 minutos, pues había varios que querían pasar a verlo. Travis también entró un momento también y Pete le siguió después. Amigos y compañeros del FBR esperaban ansiosos entrar a hablar un momento con él; más adelante, los que eran más cercanos, como la banda, la familia y las chicas, ingresarían.

La noticia había volado, y en pocas horas recibieron muchísimas cartas de consuelo por parte de los fans. Llamadas, e-mails, peluches y tarjetas que William se encargó de mostrar a Mike.
Su rostro pálido ahora dejaba al descubierto pequeñas arrugas y huesos adheridos. Los parpados habían tomado un color amarillento y las ojeras eran mucho más evidentes que antes.

- ¿Qué hora es? – preguntó agotado.

- Las 9.40 – contestó su doctor – ¿necesitas algo?

- No – sonrió.

Y cayó dormido.

jueves, 6 de agosto de 2009

Capítulo #41: Your eyes wide.

- No puede ser, usted tiene que estar bromeando, doctor – le rogó la madre de Carden – ¿No hay manera de que se recupere?

- No sabe como desearía decirle que sí, pero la enfermedad está muy avanzada, apenas tiene fuerza para caminar, la baja de peso es extrema, su sangre está completamente envenenada – el doctor suspiró – Tenemos miedo de adicionar alguna medicina a su organismo, pues como no reacciona bien frente a nada, podemos causarle un daño mayor.

La Sra. Carden cubría sus ojos con ambas manos no queriendo escuchar nada más. Finalmente hizo la pregunta que más anhelada desde que le comunicaron lo ocurrido.

- Doctor, quiero que sea honesto – su voz se quebró – Quiero saber cuanto de vida queda para él.

Las luces de la ciudad que vio crecer todo lo que ahora comenzaba a derrumbarse, se encendieron. La noche había caído.

- Mike tiene días de vida, Sra. Carden – lamento no poder darle una visión más optimista, pero prefiero ser honesto.

Continuación Capítulo #40.

- Nombre – ordenó la secretaria.

- Mike Carden – contestó angustiada Antonia.

- Ya está dentro – por favor pase a la sala de espera.

Todos estaban esperando al doctor, envueltos en una profunda amargura. Se trataba de uno de los amigos más cercanos de todos los presentes; y aparte, se encontraban en medio de una gira.

Pasadas dos horas y algunos minutos el doctor salió de la sala.

- Necesito a un familiar

- No están acá, pero soy su novia – habló desesperada la chica.

- Por favor acompáñeme.

Tony también fue con ella. Entraron a un cuarto blanco que al parecer era la oficina del doctor que trataba a Mike en ese instante.

- Ya ubiqué al doctor de cabecera del sr. Carden, afortunadamente viene en camino. Hemos hecho un par de exámenes pero necesitamos confirmar su estado en definición – efectuó una pausa – Esta muy débil, pálido, su cuerpo no tiene fuerza, no sabemos muy bien que tiene – mintió – cercano a 3 horas más llegara su doctor y ahí podremos detectar mejor que ocurre.

Los chicos se miraron y acataron lo que el doctor dijo. Pasaron nuevamente a la sala de espera y les explicaron a los demás lo que él había conversado con ellos.

Las horas parecían no pasar y algunos cayeron dormidos. William sacó del bus algunas frazadas para Antonia, Tony y para él. Siska había entrado al baño y Naomi con los demás fueron al bus a tomar algo de café y dormir.

A las 10 la alarma del teléfono de William sonó estrepitosamente despertando a todos lo que se encontraban en la sala esperando.

- El doctor de Mike ya debe estar aquí – anunció Will bebiendo un sorbo de café.

Y no se equivocaba, pues media hora después ambos doctores salieron de la habitación.

- Necesito hablar con los más cercanos – habló esta vez el doctor de cabecera.

Antonia y Tony volvieron a la pequeña sala de paredes blancas, que parecía menos aterradora de día.

- Chicos, volvimos a realizar los exámenes y analizamos los registros médicos de Mike – cogió sus lentes – ha bajado mucho de peso, y al parecer, de hace algunos días que estaba débil.

- Así es – afirmo Antonia.

- Ahá… – repuso Tony – pero nunca quiso hacerse algún examen porque pensó que solo era una baja de peso repentina.

- Claro, es normal pensar eso en cuanto al peso y a los dolores musculares, sobretodo por la vida que el lleva… pero – suspiró – ahora que tenemos los exámenes, la cosa es distinta.

Antonia entrecerró sus ojos.

- Explíquese – ordenó.

El doctor tomo aire.

- Mike sufre de leucemia linfocítica – sacó una carpeta del cajón de su escritorio – me explico… Es un tipo de cáncer en el cual se producen muchos glóbulos blancos pero que no están maduros, por decirlo de alguna forma; por lo tanto no luchan bien contra las infecciones.

Ambos compañeros estaban boquiabiertos.

- Generalmente – continuó – se desarrolla lentamente, pero lamento informarles que estamos frente a una leucemia fulminante. También nos percatamos de su sangrado de nariz… lo cual confirmaba aun más nuestra hipótesis.

Antonia comenzó a llorar silenciosamente. Tony le tomaba la mano con suavidad.

- Me temo que Mike no puede luchar contra su enfermedad como nosotros quisiéramos.

- Y eso quiere decir que… – la chica rompió a llorar.

El doctor vaciló.

- Mike tiene poco tiempo de vida. La enfermedad esta muy avanzada; lo ideal es que lo traslademos a Chicago con su familia lo antes posible. Lo… – tartamudeó – lo siento mucho.

Antonia lloraba ya desconsolada y Tony trataba de contenerse arrimándola a él.

Cuando dejaron atrás aquella maldita sala, el doctor explicó a los demás de que trataba la enfermedad que Carden había adquirido. William quedó en shock. Nadie podía asimilar lo que acababa de ocurrir.

Hace una hora habían llamado a la familia de Mike informándole que faltaba confirmar la enfermedad. Luego de explicarles todo a los presentes, el doctor pasó a llamar de nuevo a la madre para poder arreglar los últimos detalles del traslado hacia Chicago.

Mientras los demás se entregaban consuelo mutuamente, Chizzy se incorporó de su silla y partió al bus.

- Naomi – susurró secándose las lágrimas.

- Amor – exclamó ella – que sucede, mi vida.

El chico se desparramó sobre el sillón.

- Mike tiene leucemia fulminante… – sus pequeños ojos estaban enrojecidos – le queda poco de vida.

Los ojos de Naomi le miraron aterrorizados.

- No puede ser… – cubrió su boca con la mano.