jueves, 6 de agosto de 2009

Continuación Capítulo #40.

- Nombre – ordenó la secretaria.

- Mike Carden – contestó angustiada Antonia.

- Ya está dentro – por favor pase a la sala de espera.

Todos estaban esperando al doctor, envueltos en una profunda amargura. Se trataba de uno de los amigos más cercanos de todos los presentes; y aparte, se encontraban en medio de una gira.

Pasadas dos horas y algunos minutos el doctor salió de la sala.

- Necesito a un familiar

- No están acá, pero soy su novia – habló desesperada la chica.

- Por favor acompáñeme.

Tony también fue con ella. Entraron a un cuarto blanco que al parecer era la oficina del doctor que trataba a Mike en ese instante.

- Ya ubiqué al doctor de cabecera del sr. Carden, afortunadamente viene en camino. Hemos hecho un par de exámenes pero necesitamos confirmar su estado en definición – efectuó una pausa – Esta muy débil, pálido, su cuerpo no tiene fuerza, no sabemos muy bien que tiene – mintió – cercano a 3 horas más llegara su doctor y ahí podremos detectar mejor que ocurre.

Los chicos se miraron y acataron lo que el doctor dijo. Pasaron nuevamente a la sala de espera y les explicaron a los demás lo que él había conversado con ellos.

Las horas parecían no pasar y algunos cayeron dormidos. William sacó del bus algunas frazadas para Antonia, Tony y para él. Siska había entrado al baño y Naomi con los demás fueron al bus a tomar algo de café y dormir.

A las 10 la alarma del teléfono de William sonó estrepitosamente despertando a todos lo que se encontraban en la sala esperando.

- El doctor de Mike ya debe estar aquí – anunció Will bebiendo un sorbo de café.

Y no se equivocaba, pues media hora después ambos doctores salieron de la habitación.

- Necesito hablar con los más cercanos – habló esta vez el doctor de cabecera.

Antonia y Tony volvieron a la pequeña sala de paredes blancas, que parecía menos aterradora de día.

- Chicos, volvimos a realizar los exámenes y analizamos los registros médicos de Mike – cogió sus lentes – ha bajado mucho de peso, y al parecer, de hace algunos días que estaba débil.

- Así es – afirmo Antonia.

- Ahá… – repuso Tony – pero nunca quiso hacerse algún examen porque pensó que solo era una baja de peso repentina.

- Claro, es normal pensar eso en cuanto al peso y a los dolores musculares, sobretodo por la vida que el lleva… pero – suspiró – ahora que tenemos los exámenes, la cosa es distinta.

Antonia entrecerró sus ojos.

- Explíquese – ordenó.

El doctor tomo aire.

- Mike sufre de leucemia linfocítica – sacó una carpeta del cajón de su escritorio – me explico… Es un tipo de cáncer en el cual se producen muchos glóbulos blancos pero que no están maduros, por decirlo de alguna forma; por lo tanto no luchan bien contra las infecciones.

Ambos compañeros estaban boquiabiertos.

- Generalmente – continuó – se desarrolla lentamente, pero lamento informarles que estamos frente a una leucemia fulminante. También nos percatamos de su sangrado de nariz… lo cual confirmaba aun más nuestra hipótesis.

Antonia comenzó a llorar silenciosamente. Tony le tomaba la mano con suavidad.

- Me temo que Mike no puede luchar contra su enfermedad como nosotros quisiéramos.

- Y eso quiere decir que… – la chica rompió a llorar.

El doctor vaciló.

- Mike tiene poco tiempo de vida. La enfermedad esta muy avanzada; lo ideal es que lo traslademos a Chicago con su familia lo antes posible. Lo… – tartamudeó – lo siento mucho.

Antonia lloraba ya desconsolada y Tony trataba de contenerse arrimándola a él.

Cuando dejaron atrás aquella maldita sala, el doctor explicó a los demás de que trataba la enfermedad que Carden había adquirido. William quedó en shock. Nadie podía asimilar lo que acababa de ocurrir.

Hace una hora habían llamado a la familia de Mike informándole que faltaba confirmar la enfermedad. Luego de explicarles todo a los presentes, el doctor pasó a llamar de nuevo a la madre para poder arreglar los últimos detalles del traslado hacia Chicago.

Mientras los demás se entregaban consuelo mutuamente, Chizzy se incorporó de su silla y partió al bus.

- Naomi – susurró secándose las lágrimas.

- Amor – exclamó ella – que sucede, mi vida.

El chico se desparramó sobre el sillón.

- Mike tiene leucemia fulminante… – sus pequeños ojos estaban enrojecidos – le queda poco de vida.

Los ojos de Naomi le miraron aterrorizados.

- No puede ser… – cubrió su boca con la mano.

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