lunes, 20 de julio de 2009

Continuación Capítulo #29.

- Párate – suspiró Bill.

- Estupendo – le besó el cuello Kate – ya me largo yo, antes de que tu hermana nos descubra – rió.

- Muy bien.

Luego de dejarla en la puerta y esperar el taxi, entro a la casa y corrió desesperadamente al baño. Todo el revoltijo de sentimientos despertaron las ganas de devolver todo lo que tenía estancado en el estómago. Cuando ya no podía más, una llamada acudió en su ayuda.

- ¿Quién es? – dijo apenas, limpiándose la boca.

- ¿Bill? Soy Mike, que sucede… – habló algo preocupado Carden.

- Estoy en mi casa – contestó ido.

- No me suena a que estés bien – inquirió – voy para allá.

Will ni si quiera se percató de que Carden había colgado y pasados 10 minutos se incorporó del suelo. Caminaba mal y estaba todo sucio. Bajó las escaleras algo inconciente y esperó a Mike apoyado en el umbral de la puerta de la cocina. El timbre lo despertó.

- Pasa.

- ¿Qué mierda? – le miró Carden aterrorizado – ven sube… vamos al baño.

Luego de limpiar algo del desastre que tenía Bill en su habitación le cambió la polera.

- ¿Me podrías explicar que sucede? – lo sentó en la cama – ¿que pasó?

- ¿Nunca has tenido sexo ebrio? – rió Will.

- Oh… ya veo – hizo una pausa – bueno, respondiendo a tu pregunta, sí. Pero ese no es el tema… ¿con Kate?

- Ahá…– su voz se cortó.

- ¿Sucede algo más?

William comenzó a llorar.

- Qué patético que es el vocal de tu banda, Mike – se paró de la cama – como llora por una chica que el mismo botó.

- Basta, Bill. Acuéstate – le tomó por los hombros – ¿que pasa con Nat.

- Pasa que yo la amo – abrazó sus rodillas – y no sé, no es ella solamente lo que me pasa… es todo Mike, me siento completamente solo e incompleto.

Carden lo observaba con dificultad bajo la tenue luz que entraba por la ventana.

- No estas solo, Bill – suspiró – no lo vas a entender ahora, pero al menos déjame hacértelo saber. Además que cuentas conmigo para todo… por muy patético que puedas ser – rió – ahora vas a sacarte esos jeans, a ponerte tu pantalón y a acostarte.

Le acomodó la almohada y lo arropó. Eran las 5 de la mañana y recordó que en su coche alguien le esperaba.

- Lamento la demora.

- ¿Qué pasó? – preguntó Antonia preocupada.

- Will anda tan extraño, estaba ebrio y vomitado – buscó las llaves – ¿vas a mi depa?

Antonia sonrió.

- Pasaré al mío a buscar algo de ropa.

- Vamos entonces – aceleró Mike.

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