- Otra terrible tarde – alegó Butcher – no sé donde dejé mis pinturas…
- Creo que están… Aquí.
- Vale, Siska…
- No me contaste jamás que sucedió con Amy el otro día en tu fiesta… deberías decírmelo, traicionero – inquirió Adam – Cuéntame ¿pasó algo?
- No, Siska. Sólo bailamos y ya… después me preocupé más de Mike que se largó de la fiesta sin avisar.
- Da lo mismo, estaba borracho… – aclaró la garganta – Nunca te veo con alguna chica Butcher, voy a empezar a creer que eres gay… como William.
Butcher dejó sus pinturas a un lado y abrazó a Sisk por la cintura.
- Es que siempre te he querido a ti, precioso – fingió.
- Suéltame – gritó Siska desesperado – Con Bill me basta ¿dale?
- Si séee – rió – ¿hey, vamos por una cervezas e invitamos a Mike? Creo que Bill no quiere salir, hoy lo llamé en la mañana y me dijo que no tenía ganas de nada.
- Fantástico, se ma hace que se va a matar ese tipo… y así es como muere The academy is… Oye pero ¿y Chiz?
- Chiz o está cuidando a su novia o le está dando duro – rió – vaya, que suerte la de él – refunfuñó.
- Okay, llámate a Santi… aunque podrías salir sólo con Amy – le miró travieso – digo…
- Ya te dije que con Amy no sucede nada, Adam – insistió – ahora cállate.
- ¿Si?
- Hey Santi… ¿Qué estás haciendo? – preguntó.
- Muero de aburrimiento… estaba viendo departamentos nuevos en una revista – contestó con frialdad.
- ¿Departamentos? Pero si ya tienes uno…
- En Nueva Zelanda – suspiró – pienso pasar las vacaciones allá.
- Vaya. Bueno, pero con Siska vamos por cervezas ahora ¿Vienes?
- ¿Dónde se van a juntar?
- Midtown – respondió.
- Allá voy, adiós.
Y Santi colgó.
- A este le dio por irse a Nueva Zelanda – dijo Andy confundido.
- You know, es Santi ¿Dale? – contestó Siska que sacaba las llaves del coche de su bolsillo.
Mucha gente en el centro, camino a Midtown, el bar que solían visitar siempre cuando eran más niños. Las luces de neon encandilaron las miradas ocupadas de los transeúntes, aunque tan sólo eran las 6.30 de la tarde.
- Mike
- Siska – dijo Mike.
- Mike – le saludó Butcher.
- Butcher – le saludó Carden.
- ¿Así que nos dejarás abandonados? ¿Chicago no es lo tuyo? – preguntó con sarcasmo Siska.
- Nada de eso, es que sencillamente no sé… quiero ir a otro lado…
- ¿Pero tan así como para comprar un depa? – inquirió Butcher.
- Ahá – contestó Carden – ¿Me trae tres cervezas, por favor? – habló a la camarera.
- Estás loco, bro – susurró Siska.
- No me extrañen… – rió Mike, pero no será por mucho. Creo.
- ¿No te estarás escapando de algo? – preguntó curioso Andy haciendo pasar por broma la pregunta.
- No lo creo… ¿Algo como qué? – sacó un cigarro de su chaqueta.
- Algo que empieza con A… y termina en Tonia… – contestó apenas Butcher.
- Te callas ¿crees que me voy a arrancar de una mujer? Nada que ver, además…
- ¿Y por qué te alteras tanto? – Siska recibió su botella de cerveza y bebió un sorbo.
- No me gusta este tema… ¿qué hicieron ayer?
- Santi ¿Por qué te fuiste de mi fiesta? – insistió Butcher.
- Porque me sentía mal… MAL – recalcó…
- Te llamamos toda la noche Mike…
- Si lo noté.
- ¿Entonces? – Andy le miraba ansioso.
- Bien, fui a dejar a Antonia al departamento. Estaba mal, se sentía mal… y eso – contestó casi helado.
- ¿No pasó nada? – peguntaron a coro los dos amigos.
- Nada.
Chicago, Chicago, empezó a llover Chicago.
- Mierda, esta ciudad que no avisa… – Butcher terminó de beber lo último de su cerveza.
Antonia. Esa persona, como un fantasma, rondaba las paredes de una cabeza perdida en la soledad. Nueva Zelanda parecía ser un buen norte para Carden si quería desligarse de cualquier recuerdo. Sin embargo, escapar le parecía una cobardía.
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