- ¿Y qué piensas hacer?
- Tengo que hablar con Jake – dijo Antonia dudando – sé que debo hacerlo. Aunque no tengo idea como lo va a tomar.
- Bueno, no tienes porqué decirle que dormiste en la casa de Carden – murmuró Cou mientras se cambiaba de ropa.
- Cou, dormí con Carden – aclaró – si en verdad no le diré eso… pero no puedo seguir con él – suspiró agotada – sería una estafa, una mierda.
- Entonces, adiós. Simple, hazlo rápido quieres… Sería lindo que estuvieras con Mike de una vez – agregó Beckett.
- Hey, que vaya a terminar con Jake no significa voy a ir corriendo después a los brazos de Carden. Estoy dolida con Mike, además ni si quiera conozco sus sentimientos. Me pasaría de estúpida si llegara y le declarara mi amor y el me sale con que no siente lo mismo…
- Eres tremendamente ilusa o realmente estúpida, Anto. No puedo creer en tu madurez emocional si aun piensas eso. Mike está enfermo por ti, y va a seguir siendo así – alegó – deberías jugártela…
- Ya me la jugué una vez, y no resultó y todos lo notaron. Fue humillante, acaso crees que quiero pas…
- No, pero deberías hacer las cosas bien – le interrumpió – ese gusto por sufrir de ustedes dos… no los entiendo – refunfuñó Cour – es decir, se aman y no hacen nada…
- Se llama orgullo – afirmó Antonia con frialdad.
- Bien, ya lo conoces. Ahora ve y mátalo… ¿O con tu “orgullo” vas a solucionar todos tus problemitas amorosos?
- Basta, ya entendí. Me voy… tengo que ir donde Jake – dijo tomando su bolso y sacando las llaves de su coche – te adoro aunque seas un perra.
- Vete, llámame más tarde. Quiero saber de ti, tontita. Y… dale con fe.
- Gracias. Adiós.
Y tras esa puerta se fue la última esperanza. La única para renacer.
Era extraño, un martes sin tráfico en las calles, día cálido; o más bien, tarde cálida. 10 para las 5 de la tarde, Antonia encendió el motor de su coche y partió directo al departamento de Jake que quedaba a menos de una hora de la casa de los Beckett. Iba decidida, pero atacada infinitamente por los nervios.
- Permiso – dijo al ver el rostro dulce de su novio asomándose por el umbral de la puerta.
- Que rico que llegaste – respondió Jake con una sonrisa, tomándola por la cintura y besando por última vez esos labios que, de hecho, ya no le pertenecían.
- ¿Estás solo?
- Mi abuela está arriba, pero mi madre salió hace como una hora ¿quieres tomar algo? – preguntó.
- No, gracias Jake – contestó Antonia con la voz apagada, casi inexistente. Empezaba a sudar, y a enredarse, pero sabía que este tipo de cosas eran impostergables –…Me estoy sintiendo muy extraña, amor.
Jake la miró confundido e inevitablemente se perdió en ese par de lagunas grises que le miraban con tristeza.
- ¿En cuanto a qué? – tomó un sorbo de agua – ¿Extraña en cuanto a qué?
- En cuanto a mi…. frente a nosotros – Inspiró apenas – Yo Jake, no puedo estar así… así.
- ¿Así como? – gruñó.
- Así, contigo… Hubo cambios repentinos dentro de mí en cuanto a lo que siento.
Su voz poco a poco iba perdiendo volumen.
- Antonia ¿Quieres ser más clara? – refunfuñó Jake algo desesperado – ¿Qué pasa?
Desató su corazón, respiró hondo y sus labios adheridos se abrieron cambiando el rumbo de una historia, y escribiendo una nueva, por ende.
- Necesito terminar contigo.
Las palabras frías, como flechas atravesaron cada recuerdo encerrado en la nublada cabeza de Jake. Cada imagen de ambos se caía a pedazos, y el eco incesante de aquellas palabras recién dichas, parecía retumbar en cada rincón de su mente.
- … ¿Por qué? – se sentó frente a ella – al menos… dime que sucedió. Que te hizo cambiar lo que sentías… o quien.
Antonia se inmutó frente a esas últimas palabras: “O quien”.
- Jake, yo jamás pensé que pasaría. Porque creí 100% superado todo ese sentimiento… creí que…
- Es Mike. Es Carden, como no me di cuenta antes – dijo derrotado al mismo tiempo que se incorporó de su silla.
- No puedo seguir a tu lado cuando aun siento cosas por él… lo siento, lo siento tanto – dijo parándose también de su silla y caminando hasta donde él estaba.
- No, no lo sientas ¿quieres? – le miró Jake suplicante – ¿Sabes? Jamás pensé que esto fuera posible. Pensé por un momento que le había ganado a… Mike. O sea, a lo que tú sentías por él… bueno, a lo que sientes.
- Jake yo fui muy feliz contigo, pero tengo tanto en mi cabeza – habló apenas – yo…
- Yo también fui muy feliz contigo, pero eso no cambia nada – contentó su ex novio.
- Lo siento – dijo por último Antonia – me… tengo que ir.
Se despidieron con asimetría. Nada los unía ahora, sólo las memorias, que al final es único que nadie les podría quitar.
Con eso se cerró un capitulo, y Jake cerró la puerta de su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario