
De repente su teléfono sonó.
- ¿Mike? – preguntó una voz confundida.
- El mismo ¿Quién es?
- No sé si me recuerdas muy bien, soy Antonia.
Mike perdió el pulso.
- An… tonia, Dios mío – dijo con un hilo de voz – claro que te recuerdo ¿Cómo has estado?
- Ahh! , pensé que no me recordarías – dijo riendo – he estado bien, un poco cansada por la universidad pero estoy de vacaciones ahora… pero, estoy preocupada; me enteré de que William tuvo un accidente ¿Cómo está?
- Oh, sí, Will – recordó donde estaba y porqué – el está mucho mejor, sólo sufrió una fractura en la pierna izquierda y un golpe en la cabeza, que espero que no afecte a su creatividad sino la banda se va a la mierda… – rió – pero esta mucho mejor, nos tenía muy preocupados… y ¿Cómo te enteraste?
- Pues, Cou me llamó.
- Oh, de veras que tú eres muy amiga de ella, lo olvidé.
- Has olvidado ya tu pasado – dijo entre carcajadas.
- No, no. Jamás – respondió con su voz apagada, perdida.
- Lástima que estén en Inglaterra aun… muero por verlos a todos. Hace mucho tiempo que no se nada de ustedes – agregó triste.
- Si, lo sé, pero pronto estaremos en Chicago. Will quiere volver a casa por un tiempo… y Cou quiere verlo, ella no pudo venir.
- Espectacular, me avisarás ¿No?
- Como no te voy a avisar, Antonia.
- Ojala vengas – tartamudeó –…digo, vengan luego – dijo nerviosa, como si las palabras que caían de su boca tuvieran vida propia y pudieran delatarla y decir algo que no debía salir de esos labios.
- Pronto – se limitó a decir Mike.
La ronca voz del guitarrista era tan dulce ahora, pero tan retraída y encerrada en quizá que pensamientos.
- Bien, tengo que colgarte, llámame cuando vengan ¿Si?
- Si, si… claro, cuídate mucho Anto – dijo Mike tartamudeando.
- Tu también, Carden. Adiós.
Y no se despegó el teléfono hasta que una bocina lo sacó del trance.
- Antonia – dijo mirando un punto fijo, pero imposible de ubicar.
Sus manos frías temblaban, y el pulso desaparecido volvió como un trueno a su pecho. Antonia no era cualquier persona. Existía una conexión inexplicable entre los dos. El encontrarse uno con la mirada del otro les resultaba amargo. Les recordaba incesantemente que había cosas pendientes entre ambos.
Y volverían a Chicago, y volvería a ver su rostro.
Se incorporó rápidamente y subió a su coche, de vuelta al hospital.
- ¿William? – golpeó la puerta y asomó su cabeza despeinada.
- Mike, que bueno verte amigo – dijo Bill entusiasmado.
- ¿Cómo te has sentido, idiota?
- Bien, eso creo, sólo que mi pierna está algo hinchada aun.
- Dicen que es probable que mañana te den de alta. Tu cabeza no sufrió nada muy grave, sólo quedarás más imbécil de lo normal – rió.
- A la gente enferma no hay que molestarla ¡Ja! – dijo mientras le golpeaba el abdomen a su amigo – y si me dan de alta mañana sería bueno hablar con mi mamá para que tome los pasajes a Chicago luego.
Chicago. Mike recordó a lo que venía.
- Oh, sí… – tomó asiento a lado de su compañero, y luego de tomar una bocanada de aire sus labios se despegaron – Bill… – comenzó nervioso – me llamó Antonia.
- ...Wow – dijo Bill mirando con compasión a su amigo – ¿y qué te dijo?
- Bien, amm, pues me preguntó como estabas. Cou le contó lo del accidente y bueno eso… ah, y me pregunto también cuando nos iba a ver y yo le dije que a lo mejor esta semana que viene.
- Ahá… que bien – una sonrisa se acomodó en el rostro de William mientras buscaba la mirada de Santi –…soy excusa para que te llame.
- Oh, no Will.
- Ah, Mike. Fácilmente pudo llamar a Cou, ya vez que yo siempre hablo con ella y le cuento como estoy… y bueno, aparte, te veo bastante demolido con esto de la llamada.
- No, no estoy demolido, sólo que… – Will lo interrumpió.
- …Sólo que te dejó en las nubes. De nuevo.
Mike calló y sus grandes ojos miraron a Will con cierta tristeza. William puso su mano en el hombro de Santi mientras trataba de encontrar las palabras precisas para poder hablarle a su amigo.
- Mike, yo no sé que les sucede a ustedes… o que les sucedió – aclaró la garganta –Tuvieron todas las oportunidades del mundo para estar juntos… y lo que sentían el uno por el otro era (o es) incomparable con cualquier forma de amar que yo haya conocido. Incluso, ni si quiera sería capaz de compararlo con lo que Nat y yo alguna vez fuimos… y eso que duramos seis años.
Mike lo escuchaba con atención, sin embargo, el enredo de sentimientos le pesaba más.
-… pero que importa nuestra forma de amar si jamás pasó nada – dijo derrotado mirando por la ventana.
- Y tú sabes porque nunca pasó. Ambos sabemos que jamás tuvieron el valor para construir algo juntos porque siempre pensaron que sus vidas eran tan distintas que lo que sentían no iba a dar frutos, y bueno… eso es válido, pues y yo y Nat no funcionamos… – le tomó la cara a Mike – pero hay una diferencia: ustedes dos se amaron como nadie, el problema fue que no creyeron en ese amor – hizo una pausa –… y de verdad Mike, espero que no sea muy tarde para creer en él.
Santi tenía sus ojos clavados en los de Bill, pidiendo a gritos que alguien le quitase ese dolor. Que alguien llenara el vacío que tenía dentro.
- Sí lo sé – suspiró – el problema es… o sea, es que no sé Bill.
- ¡¿Qué no sabes Mike?! – dijo William zamarreándolo.
- … es que no sé si puedo verla, Bill – dijo casi sin voz – porque quiero verla, eso es verdad, me muero por tenerla frente a mí de nuevo, pero no sé si puedo.
- Estás frustrado solamente, pero confió en que aun puede nacer algo de ahí.
- No lo sé, yo sé que… – empuño las manos – que la amo con todo lo que puedo amar a una chica.
William sonrío.
- Entonces, dicho eso, serías más idiota aun si dejaras pasar esta oportunidad – dijo Bill aun con la sonrisa clavada en sus labios y mirando a su amigo con ternura.
- ¿Puedo ser más idiota aun? – rió Mike.
- Wow, no por favor – contestó Will.
- Bien… gracias Will. Iré con tu madre a tomar los pasajes hoy, a lo mejor.
- Lo antes posible, maldito.
- Bien, bien, ya duérmete – le pegó Mike.
- Sure… jaja. Te quiero, bro.
- Yo también, oh Dios… eso sonó muy gay – respondió Santi.
- Es tu verdadera esencia.
Ambos rieron.
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