
“Cuando acabó todo, mis piernas temblaron y mis ojos desorbitados tomaron una dirección cualquiera que me llevó hasta donde ahora estoy… que no se donde queda. Tengo 28 llamadas perdidas y con suerte puedo leer los letreros de las calles, esos de neón rosa, verde y azul.
Sé que Mike me llamó. Debe estar preocupado por mi paradero, pero ¿cómo le explico dónde estoy si no lo sé? Llevo horas manejando, estoy ebrio y no veo bien, no veo…”
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Is it serious? Am I gonna die?
- Tranquilo – le susurró la enfermera – dígame su nombre.
- Will… William Beckett.
- ¿Edad?
- 24
- Sr. Beckett, por favor no se duerma.
Se escuchaban ruidos, algo como fierros chocando, ruedas a toda velocidad, voces y susurros. El aroma profundo del alcohol, las paredes blancas y las segadoras luces brillantes le dieron respuesta a la única pregunta que acosaba su mente en ese momento: Estaba en un hospital.
- Los signos vitales no parecen estar mal – habló una mujer.
- Y está conciente – esta vez, era un hombre.
- Hay que chequearlo bien, al comienzo no estaba conciente.
- Listo… – exclamó uno de los doctores.
- ¿Qué sucede?
- El golpe que recibió en la cabeza fue muy fuerte; la pierna derecha solo presenta heridas, pero la izquierda esta fracturada; finalmente los brazos están bien, uno que otro moretón… fuera de las extremidades lo que más me preocupa es su cabeza.
- Estaba bajo la influencia del alcohol.
- Se nota – dijo el hombre nuevamente, que al parecer era un alumno en práctica, pues se veía bastante joven.
- Bien, sáquenle lo que le queda de ropa y llévenlo al primer piso – habló el doctor – conéctenle el suero e inyéctenle el sedante, tiene que descansar.
… Y buenas noches, Will.
A los 10 minutos llegó Mike, que apenas recibió la llamada de la enfermera que atendía a su compañero, salió de la casa.
- Buenas noches – dijo nervioso – busco a William Beckett.
- Buenas noches, enseguida – dijo la secretaria – señor, el sr. Beckett está en observaciones, me temo que no podrá verlo hoy.
- …Ok, pero ¿Al menos puedo hablar con el doctor para saber que sucedió?
- Como no. El Sr. Beckett está en la habitación 102 del 1er piso, hay una sala de espera allí. Lo atiende el doctor Waldhauser.
- Muchísimas gracias.
Carden recorrió cada pasillo, pues aunque estaba en pie seguía un poco dormido. Hasta que finalmente encontró la habitación. Se quedó esperando allí un buen rato, mientras que llamaba a los demás chicos y a la familia de Will.
- Buenas noches, señor ¿Puedo ayudarle en algo?
El doctor Waldhauser salió de la habitación.
- Buenas noches doctor, mi nombre es Mike Carden – le dijo extendiendo su mano en forma de saludo – vengo por Beckett.
- Ah! Buenas noches señor Carden, soy el doctor Michael Waldhauser, doctor de cabecera del Sr. Beckett.
- Un gusto, doctor ¿Cómo se encuentra Will? ¿Qué le pasó?
- Bien señor Carden, el sufrió un accidente automovilístico cercano a las 4.30 de la mañana en la pista 4 que da hacia los bosques, saliendo de la ciudad. Al parecer estaba bajo la influencia del alcohol. Lo tenemos en observaciones. Resultó con una pierna fracturada, pero nos preocupa su cabeza. Sufrió un gran golpe.
Mike estaba boquiabierto.
- Dios mío – susurró.
- Estará bien, mañana con certeza podremos saber que sucede y si dejará secuelas el golpe. Ahora está descansando.
- Bien… – suspiró Mike.
- ¿Es usted familiar del sr. Beckett?
- No, soy su amigo.
- Bien, habrá que notificar a los familiares.
- Yo llamé a la sra. Beckett, doctor.
- Bien, pero igual llamaremos nosotros. El equipo médico debe informar sobre el estado del paciente.
- Sí, claro.
- Bien, buenas noches sr. Carden, le avisaremos cualquier cosa.
- Gracias, Doc. Buenas noches.
Justo cuando el doctor Waldhauser se alejaba llegó Siska y Chiz.
- Mike ¿que pasó?
- Will chocó – dijo mirando al piso.
- Por la mierda – susurró Siska – ¿como está?
- lo tienen en observaciones, me hablaron de un golpe en la cabeza.
- Vaya… – dijo Chiz.
-… estaba ebrio – dijo Mike con tono preocupado.
- Ah, perfecto – la voz de Siska dejaba al descubierto un posible enfado.
- ¿Llamaron a la madre de Will? – preguntó Chiz
- Sí, ahora el doctor se intentará comunicar con ella – respondió Mike.
En ese momento unos pasos acelerados interrumpieron la conversación: era Butcher, Bob y Mclynn, su manager.
- Chicos que ha pasado – habló desesperado Mclynn.
- Un choque – repitió Mike.
Después de explicarles lo sucedido a los tres chicos, subieron a la cafetería. Mike no paraba de fumar.
- Tranquilo, muchacho.
- Me cuesta, Bob… – dijo Mike dejando escapar el humo del cigarro desde su boca.
- Mañana todo va a estar bien. Vamos a casa, tienes que dormir, son las 5.30
- Ahá – respondió Mike resignado.
Partieron todos al hotel, el sueño intentó vencerlos, pero la preocupación ganó todas las batallas. Al menos con Mike que no pegó pestaña en todo lo que quedaba de “noche”.
A las 6.25 sonó su celular.
- ¿Aló?
- Mike, soy la sra. Beckett.
- ¡Sra. Beckett! Dígame.
- Hijo, estoy…bien no se donde estoy pero el avión hizo escala. A las 9.30 de la mañana estoy por allá ¿Donde queda el hospital?
- Ammm, no manejo muy bien estas calles, pero yo la iré a buscar más rato, tía Rose.
- ¿De veras puedes?
- Claro.
- Gracias Mike, te dejo. Un beso, cuídate.
- Okay, nos vemos en unas horas, Adiós tía Rose.
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