martes, 19 de mayo de 2009

Capítulo #2


Llegando al auto, se les acerca una chica de pelo rubio como el oro, blanca y de estatura media.

- William ¿Me darías un autógrafo, por favor?

- Claro, como no – le respondió Will con una sonrisa un poco triste, disimulando su preocupación por otros líos alojados en su despeinada cabeza.

- Gracias – dijo la chica con una sonrisa radiante, la sonrisa que cualquier fans tendría si encontrara a quien le da sentido a su vida.

En el auto los chicos conversaban, Mike fumaba un cigarro y Bob, un amigo de la banda discutía con William y Sisky sobre el clima de Adelaida.

- El clima me agrada, pero es un poco seco – dijo Bob.

- Da lo mismo, sólo será por algunos días – agregó William que se notaba, estaba muy alejado del tema.

- Sería cool dar una vuelta, que se yo, ir a comer pizza. — dijo Sisky.

Chiz estaba sentado en la parte de atrás de la van, escuchando uno que otro tema de Fall out Boy o quizás algo de Depech… No destacaba mucho; de repente cabeceaba atacado por el cansancio.

Pasadas las 9 de la mañana llegaron al Hotel, algo frío de apariencia pero con personal simpático, nada tan lujoso, los chicos sólo querían un colchón para no saber nada más de la realidad en unos días, después a trabajar de nuevo.

- Hotel, dulce hotel! – exclamó Butcher mientras hacía un baile de victoria pasando el umbral de la entrada.

- Acabemos con eeeeeesto – corrió Chizzy a la recepción para buscar las llaves de su dormitorio.

- Sí, por favor – Becke tomó su bolso gris y partió a la recepción con él.

- Yo voy también, no aguanto mi propio olor – reclamó Sisky.

Ahora quedó Mike sólo, que luego de llamar a su madre fue a la recepción a buscar también las llaves de su cuarto. Subió un par de escaleras y llegó a la cafetería.

- Un café cargadísimo y me trae un cenicero, si fuera muy amable – le pidió Santi a la chica encargada de la cafetería.

- Enseguida – respondió ella con una sonrisa.

Santi prendió un Malboro apenas llegó el cenicero, botaba el humo en círculos, releía una y otra vez el mismo diario nacional. Bebía el café con cuidado, como si tuviera miedo… a pesar de la cafeína cargada, los ojos se le empezaron a cerrar.

Ahí comenzó un sueño extraño: El y Becke sentados en una camilla esperando que Chiz fuera a hacer algo por ellos, pero no sabían qué. Estaban heridos y él tenía una mano rota.

- Señor, despierte ¿Se encuentra bien? – preguntó la mesera.

- Sí, oh, lo siento – se incorporó Santi limpiándose los restos de saliva que rodeaban las comisuras de sus labios.

La mesera mirándolo con asombro le ofreció servirle algo para comer, confundiéndolo con cualquier moribundo.

- No, muchas… muchas gracias, creo que iré a mi habitación – respondió Santi.

- Muy bien, puede llamarme si necesita algo.

- Muchas gracias.

Mike bajó el mismo par de escaleras, dobló a la izquierda y entró a su cuarto tambaleando, muerto en vida. Durmió hasta más allá de las 12 del otro día y ningunos de los chicos hizo algo distinto…

Excepto Sisky.

Era un nuevo día y la idea cool de caminar por las calles ocupadas de Adelaida buscando alguna pizzería le parecía tan interesante como una chica corriendo bajo el radiante sol de la ciudad.

Bajó y subió calles, tomó un par de fotos, vio algunos bajos y respiró el aire australiano. Había algo especial, una esencia rara, pero muy, muy agradable.

Cuando regresó, subió al tercer piso para buscar a Beckett, pero nadie contestó al golpear la puerta de su cuarto.

- Qué extraño – susurró.

Bajó las escaleras y se dirigió al la piscina cuando…

- Lo sé, yo creo que en un par de días estoy allá. No, y realmente no quiero hablar del tema, sé que no llegaremos a nada, siempre es así. Bien haz lo que quieras y no te molestes en llamarme de nuevo si es para lo mismo, estoy cansado y realmente… no quiero cansarme más. Adiós

Se escuchaba a William hablando por teléfono con Nat. Su voz quebrada y su cabello despeinado lo hacían ver como el chico más aproblemado de la tierra, sin embargo, parecía que realmente ya no le importaba que las cosas con Nat estuvieran así de mal. Luego de colgar el teléfono se percató de que su amigo lo estaba mirando con tristeza.

- Lo siento, yo no… – intentó excusarse Sisky.

- No te preocupes, da lo mismo.

- Vine a buscarte, no sé. Pensé que a lo mejor querrías salir…

- Quiero volver a Inglaterra, no me dan las bolas para acabar con esto por fono, sería una estupidez mayor.

- Entiendo ¿Cuándo piensas ir?

- Creo que mañana. Por la mierda Sisky… – su voz nunca se había quebrado así. Se desmoronó y cayó en la silla de playa al lado de la piscina.

- Vamos, Will – le consoló Sisk – ambos sabíamos que todo esto iba…para donde ahora estás.

- No es ella, es que… no soporto que me hagan sentir que he hecho todo mal, todo al revés cuando he puesto hasta mi trasero al fuego porque toda esta relación no se vaya a la mierda. Porque ella entendiera que la amaba…

- La “amabas”, tu mismo lo acabas de decir.

- Así creo… No se, me habla como si estuviera prácticamente abusando de toda libertad, se le olvida que estoy con ella, aunque estemos lejos, da lo mismo esa mierda.

- ¿Quieres que te acompañe a tomar los pasajes?

- Sí, me gustaría – le respondió Becke más calmado.

El vuelo salió esa noche a las 9 en punto. Will estaba en casa cercano a las 5 de la mañana, con los huesos calados de frió y el peor rostro nunca antes visto.

Suavemente introdujo la llave del departamento y prendió la luz. Ahí estaba Nat.

1 comentario: