- Hijo, hemos llegado.
- Vaya – se despertó Will.
Volver a su hogar, a pisar lo que es propio le entregó una sensación de absoluta seguridad, como si estuviera donde debía estar. Su habitación estaba igual que hace 5 meses y apenas terminó de colocar su ropa en el closet, se deshizo de algunos recuerdos y fotos que no quería volver a ver. Aunque lo de Nat había pasado hace casi un mes el corazón le pedía humildemente acabar con todo de raíz. Después de dicho ritual, el sueño se apoderó de el… nuevamente.
“– ¿Alo? ¿Hay alguien aquí?
Una puerta se cerró de golpe
- por favor, contéstenme.
Algo se quemaba, había humo saliendo del umbral de la cocina.
- ¿Mamá? ¿Mike? Contéstenme.
Pero el humo ya no salía solo de la cocina. Provenía de su pecho. Bill se quitó la polera desesperado sin poder divisar nada claramente. Pero cuando por fin pudo ver con claridad se dio cuenta de que lo que se quemaba era su corazón.”
- … – suspiró – ¿mamá?
Bajó las escaleras rápidamente.
- Mamá.
- ¿Qué sucede, hijo?
- Ammm ¿Se quemaba algo?
- No, mi amor ¿Por qué?
- No, es que… nada, tuve una pesadilla al parecer – dijo Will algo confundido.
- Ah, mi pequeño ¿Por qué no subes a recostarte de nuevo, te llevo pizza, dale?
- Ahá.
Decidió vestirse con ropa de casa, pues había caído dormido con la misma del día anterior. Al quitarse la polera notó que su pecho izquierdo estaba rasguñado y colorido. Supuso que mientras en su mente transcurría tan horrenda pesadilla el con sus manos debió tratar de apagar el fuego que incendiaba su corazón haciéndose daño sin querer.
No quiso volver a dormir de todas maneras.
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