lunes, 28 de septiembre de 2009

Dandis vs Danyes

- Felicidades – sonrió su madre abrazándolo por la cintura – que cumplas mucho más.
Mike se separó de ella y tomó la pequeña caja aterciopelada que le había entregado hace unos segundos. Con cuidado levantó la tapa plateada, brillante que dejaba ver una sortija. Era de plata y no tenía ningún diamante, sólo su nombre completo grabado en la parte de a dentro. Carden la tomó casi tiritando, sus ojos no se despegaban de ella.
- Pontela – agregó su madre ansiosa – te va a quedar perfecta.
Los dedos de su hijo rozaron con temor la helada plata, y con un movimiento rápido la colocó en su dedo índice de la mano izquierda.
- Es perfecta – susurró casi para sí – muchas gracias.
Una sonrisa amplia alojó por completo su cara pálida. Se veía feliz, radiante.
- Bueno, muchas gracias por todo esto – dijo algo emocionado – pero si me disculpan iré a probar mi coche.
- Regresa temprano, amor – le pidió su madre.
- Sí, Ann, no te preocupes.
Descolgó su abrigo negro del perchero y salió fugazmente del departamento. El aire estaba fresco y la noche oscura; todo era perfecto. Prendió el motor y se dirigió al lugar de siempre. Estacionó el auto y bajó justo frente a la plaza que quedaba al oeste de Londres; oscura y repleta de árboles y bancas. Desde pequeño solía visitar ese lugar y sus 21 años recién cumplidos no podían quedar fuera de la visita. Tomó asiento en una de las bancas y observó su mano izquierda. La sortija brillaba a la luz de luna, era un destello incesante iluminando sus manos. La luna era enorme, blanca y pálida; perfecta para la ocasión. Respiró hondo y se incorporó después de unos minutos.
Sus amigos le estaban esperando donde William, supuestamente la celebración era sorpresa, pero no pudo evitar enterarse: Era obvio que Brendon le iba a contar.
- ¿Dónde estás? Deberías estár aquí – se escuchó a Urie por teléfono.
- Voy ya, estoy llegando – contestó Carden – ábreme la puerta.
Tomó el ascensor y se dirigió al quinto piso del edificio donde vivía su amigo y compañero de banda y de otras cosas, William Beckett. Cuando le abrió la puerta todos saltaron gritando y chillando.
- Muchas gracias – sonrió abrazando a su amigo – aunque no era tan sorpresa.
- Sabía que Brendon iba a decirte – Beckett soltó una carcajada.
Brendon se paró de su silla y comenzó a hablar.
- Bien Carden, felicidades, espero que todo sea fantástico, que lo pases excelente – le sonrió – salud… por Mike y por nosotros, los Dandis.
Todos bebieron un sorbo de sus respectivas copas y pasaron al comedor. Una mesa de mármol les esperaba únicamente con una fuente de vidrio al centro. Su contenido era rojo oscuro, casi negro. Un cucharón de plata le acompañaba al lado y más a la orilla habían copas enormes de borde plateado.
- Esto lo hemos guardado para ti, Carden – empezó a hablar Urie con una voz salpicada de audacia – es la fuente de sangre de algunos de los Danyes; si no recuerdan, de la última batalla, en la que lamentablemente dejamos vivo a Patrick y su manada, pero no es tema… Llenen sus copas, hay harto que celebrar.
Cada uno dio un paso y se vaciaron un poco del oscuro líquido, bebían, y luego relamían sus labios y volvían a servirse.
Mike nunca fue muy de impulsos, pero desde que había adquirido su condición de Dandi algo de autocontrol había perdido. Bebió sólo dos copas, no necesitaba alimentarse más; con los años había aprendido muy bien a controlar su sed y a no excederse con la sangre. Sin embargo, como Dandi que era, debía declarar guerra despiadada contra los Danyes, quienes en el pasado habían controlado gran parte de las zonas gélidas del mundo destruyendo a quien se interpusiera en sus caminos; por lo tanto, un par de crímenes manchaban sus antecedentes.
- No beberás más, veo – William apareció a sus espaldas.
- No tengo más sed.
- Debes alimentarte bien, Mike – Beckett se puso serio – los Danyes están por los alrededores y pueden aparecer en cualquier momento para atacar.
- No aparecerán, no aun.
- Como puedes estar tan seguro…
- Fall out boy está de gira, y ahora están en Centroamérica; recién desocuparan agenda en tres meses más, tiempo suficiente para alimentarme… si es que queda algo de esta fuente – apuntó hacía la mesa que aun tenía la fuente en el centro pero vaciada hasta más de la mitad.
- Yo tengo en mi departamento, de ahí podemos negociar.
- Excelente – levantó su copa chocando con la de su amigo – ¿Dónde está Siska?
- Acompáñame… – contestó Bill tomándole por el brazo – iremos a verlo.
En un santiamén bajaron al hall y partieron en el auto de Bill a casa de Jason, el hermano de Adam.
- Entren con cuidado, está en su habitación – susurró Jason algo nervioso –…no ha estado muy bien e he intentado controlarlo un poco.
- ¿Bebió? – preguntó Beckett con preocupación.
- Algo.
Empujaron con cuidado la puerta de la oscura habitación de Siska; un bulto en la cama se podía divisar gracias a los escasos rayos de luz que entraban por la ventana.
- Adam – Carden se sentó a su lado.
Siska abrió sus ojos, amarillentos y llenos de sorpresa, y se abalanzó sobre su amigo chillando.
- ¡Carden! Por fin… Felicidades, lamento no haber podido ir… -- se disculpó.
- No te preocupes, Sisky… – sonrió Mike – no es…
- Aun no me acostumbro a esto – le interrumpió – probablemente me hubiera abalanzado sobre la fuente de sangre de los Danyes que es casi como tu pastel de cumpleaños, sólo que más líquido.
Los tres rieron en la oscuridad. No podían prender las luces, pues Siska recién estaba entrando al mundo de los Dandis y su condición física aun estaba muy débil frente a algunos factores. No así Mike y Bill que llevaban años en ello.
- Te quiero, Mike – dijo Adam algo afligido – de verdad que me hubiese gustado acompañarte.
Carden le tomó por el brazo.
- No importa, Sisky, ya tendremos tiempo de salir y hacer tonteras.
Esperaron a que Siska retomara el sueño y partieron nuevamente al departamento de William donde estaban todos los demás.
- ¿Dónde estaban? – preguntó Urie confuso.
- Estábamos en casa de Jason, Mike quería ver a Siska un rato – contestó Bill mientras llenaba su copa de sangre.
- y cómo está… ¿Se ha acostumbrado un poco?
- Para nada, pero es muy normal – repuso Carden.
- Espero que se haga fuerte de aquí a dos meses más, los Danyes pueden aparecer en cualquier momento – Brendon les dirigió una agresiva mirada – muy bien, creo que iré por más… ¿me acompañan?
- No lo creo – respondió Mike – tengo que ir a casa… Muchas gracias Bill, Brendon, lo pasé increíble – mintió.
- De nada – susurró Urie.
- Te voy a dejar a la puerta – dijo Bill sacando las llaves de su depa.

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