Se miraban fijamente, rozando sus narices y con los labios entre abiertos. La presión del momento más la noticia de que Mike pensaba dejar la ciudad le llenaron el alma de angustia. Sólo salieron las palabras precisas de su boca.
- No te vayas.
- ¿Y por qué? – preguntó Carden de inmediato, como si su respuesta hubiese estado planeada.
- No lo sé… – contestó Antonia casi sin voz y mareada, ahogándose en el respiro innato de los dos.
- ¿No? – preguntó Mike armándose de valor y acercándose un poco más.
No era una noche estrellada, no había sido un día soleado, de hecho sólo había hecho frío; tampoco era primavera y no habían velas encendidas, sin embargo, ese tipo de factores no utópicos no impidieron que esa noche, Antonia y Mike cambiaran su historia al unir con un profundo beso, sus labios.
Poco a poco todo iba tomando forma. No importaba mucho el futuro, sólo ese momento que era el indicado para dejarse llevar por aquél sentimiento mutuo, que tanto tiempo llevaban esclavizado en el alma. Las manos de un temeroso, pero apasionado Mike, se amoldaron a la cintura de Antonia quien con delicadeza jugueteaba con su cabello despeinado. Entre besos y caricias, el cuerpo de Carden cayó suavemente sobre ella sin quedar ningún centímetro de separación entre ambos y olvidando casi como respirar. Segundos después y luego de varios intentos sofocados por el nerviosismo y la timidez, Mike se decidió quitarle la camisa a Antonia, quien luego hizo lo mismo con la polera de él. Un par de luces blancas dejaban al descubierto aquella escena esperada por tanto tiempo que después de unos minutos se trasladó a la habitación de Antonia. Ya con casi nada de ropa las dudas aflojaron la decisión de seguir con lo que habían empezado.
- …Anto – susurró Mike después de dar un suspiro – emm ¿estás segura? O sea, de esto que está pasando y de lo que… bueno, de lo que puede pasar.
- Yo… yo sí Mike – inspiró – a no ser que tu no quieras.
- Yo creo que sabes que sí quiero – contestó un poco avergonzado.
- Entonces – hizo una pausa – tratemos de hacer las cosas bien.
Y besó sus labios, tan suave pero tan segura; segura por primera vez. Se quitaron por último, lo que quedaba de ropa ya innecesaria a esas alturas y dieron ese paso que jamás habían dado involucrando sentimientos. Dieron ese paso tan importante, por vez primera, con la persona que amaban.
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